La Unión Europea se encuentra envuelta en un proceso de renovación de los nuevos Comisarios Europeos que formarán junto a Jose Manuel Barroso la nueva Comisión para la legislatura 2009-2014. La Comisión, como Gobierno de la Unión, mantiene un proceso de elección un tanto complejo y muy lejano del ciudadano. Acaso, ¿no tenemos los ciudadanos europeos el derecho de poder participar de alguna forma en este proceso?
Los Tratados Europeos establecieron que los períodos de actividad del Parlamento Europeo y de la Comisión Europea tuvieran vida paralela. De esta forma, la Comisión se renueva una vez que se ha procedido a elegir un nuevo Parlamento Europeo, teniendo éste la decisión final de la elección de los miembros de la Comisión. Esta apariencia democrática se reforzó con la idea no escrita de que el Presidente de la Comisión fuera de color político del Partido con más apoyo dentro del Parlamento Europeo.
Hasta aquí, el aparente proceso democrático deja de tener mucho fundamento y lo que realmente pervive en el actual modelo de elección de los miembros de la Comisión es el modelo proveniente a una Institución controlada por los Estados, tal y como se configuró en los Tratados Fundacionales.
Quienes ostentan la potestad de proponer el nombramiento del Presidente de la Comisión y de sus miembros son los Estados Miembros. Tendrán que buscar el consenso posterior con el Parlamento Europeo. En primer lugar, al Presidente lo eligen en consenso todos los Estados miembros. De una terna de candidatos y, aplicando los vetos correspondientes, los Estados proponen un candidato que, como señalaba anteriormente, suele ser del partido vencedor en las elecciones al Parlamento. Tras este primer consenso, los Estados proponen a sus candidatos nacionales para formar parte de la Comisión.
A partir de aquí, no hay referencia al partido ganador en el Parlamento Europeo, ni menos al partido ganador en las elecciones europeas en cada Estado miembro. Esto podría darle un cierto carácter democrático o, si al menos, los candidatos a miembro de la Comisión coincidieran con el candidato vendedor en las elecciones europeas en cada Estado miembro.
Lo que prima para proponer candidatos es quien ganó las elecciones al Gobierno nacional. Y, así, los candidatos a miembros de la Comisión son del partido en el Gobierno nacional de cada Estado miembro. En la actual renovación de la Comisión, el único Estado que no va a elegir a su representante es Portugal, ya que el presidente entra en el consenso de todos los Estados y con la paradoja de que su filiación política no es la misma de la del Gobierno portugués.
El resto de los miembros será de diferentes ideologías políticas. Esto tendrá el visto buen del Parlamento Europeo y el resultante volverá a ser un Gobierno de salvación nacional a la antigua usanza: representantes de diferentes Estados y con diversas ideológicas, sin un programa ideológico común y con una aparente bendición democrática del propio Parlamento.
¿En que han influido los ciudadanos en la elección de la Comisión Europea? No hay un candidato a presidente previo a las elecciones. No han votado ni directa ni indirectamente a un posible candidato. En este proceso los protagonistas siguen siendo los Estados, el Parlamento no es más que una mera formalidad. El modelo institucional sigue anclado en el Siglo XX y por mucho que se termine ratificando el Tratado de Lisboa, éste prácticamente no cambia nada de este modelo. ¿Para cuándo un modelo institucional del Siglo XXI?
Fernando Biurrun Abad,
Abogado
Publicado en www.legaltoday.com el 2 noviembre 2009
http://www.legaltoday.com/opinion/articulos-de-opinion/dedocracia-europea
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