miércoles, 8 de febrero de 2012

UN SOLO DE TROMPETA

Volvía a casa, cruzando las calles del Ensanche, envuelto en el frío anochecer de Pamplona y, entre los cruces y las estampas de una ciudad helada mi retina almacena una imagen que, como un flashback, ilumina permanentemente mi cerebro.



Una joven, de mirada triste y melancólica, ante el mostrador de una tienda de segunda mano, vendiendo una brillante trompeta. Décimas de segundo impregnan en mis neuronas miles de sensaciones, mientras vuelvo a prestar atención a la calzada, no voy a más de cuarenta a la hora, pero la vida parece superar todos los límites de velocidad.



Percibo la sensación de la joven a resistirse a vender el instrumento, una trompeta que, quizás, haya sido una compañera de esfuerzos artísticos, una herencia de un ser querido,… y que hoy emite su último concierto. Sus notas sordas quedan a la espera de un nuevo postor.



La mirada de la joven perdida en el infinito de una crisis que arranca de nuestras entrañas joyas de nuestro pasado. Su mirada confirma que el dinero que va a percibir no compensa el bien que entrega, ni por su valor material, ni por su valor sentimental.



La crisis deja una alta factura, miles de seres anónimos venden una parte de si mismos fruto de la especulación de quienes promovieron una burbuja de dinero fácil, especularon con nuestros sueños y nos hicieron partícipes, como niños egoístas, de sus ambiciones.



Hoy, nuestra joven vende su trompeta y, con ella, miles de sueños hechos añicos. Hoy, los especuladores se regocijan con sus indemnizaciones millonarias, mientras lavan sus conciencias en una mentira que justifica todas sus actuaciones.



Hoy, un solo de trompeta suena en la fría noche, sus notas reclaman la justicia de que el tiempo ponga a los miserables  en su sitio. La noche es larga y fría…. Es un solo de trompeta…

viernes, 3 de febrero de 2012

Reflexiones sobre "El cuaderno de piel vuelta", de @juaniribas

Siempre he sido un poco atrevido y, hoy, voy a serlo un poco más. Abusando un poco de mi plurirelación con Juan Iribas, autor de "El cuaderno de piel vuelta": ex compañero de trabajo, colaborador en sus publicaciones profesionales, amigo virtual y –si se deja- no virtual en redes sociales y personales y por una de esas casualidades de la vida, también, su impresor, me tomo la libertad de incluir en mi blog estas reflexiones sobre su primera novela, como si se tratara del cuaderno de piel vuelta que Gonzalo Segura -protagonista de la historia- llevaba en su taxi a disposición de sus clientes.



El relato es tan actual como la filosofía de su mensaje. Hoy más que nunca, justo cuando la vida, las condiciones económicas y sociales nos envuelven en una crisis de valores y nos arrastran a la supervivencia, plantearnos ser lo que realmente deseamos, alcanzar nuestra vocación es todo un reto. Así, entre cliente y cliente y comentario tras comentario, en el cuaderno que nuestro taxista deja a disposición de sus usuarios se vislumbra una vocación que comparten, tanto el protagonista, como el autor.



Si bien se describe a Gonzalo como un joven veinteañero, reconozco en muchas de sus expresiones giros y sentencias de un cuarentón navarrico. Me atrevería a decir, leyendo entre líneas la novela que agrupa un gran número de escenas, situaciones y vivencias autobiográficas. Bueno, excepto que no se haya mojado entre el Real Madrid y Barcelona, a pesar de sus sabidas preferencias.



Delibes debe estar orgullosísimo de todas y cada una de las letras y palabras que recorren las diferentes carreras del taxista. Y es que el centenar de páginas recoge un innumerable número de guiños al autor vallisoletano, a su obra y a la filosofía del relato. Una filosofía que alcanza su globalidad emparentando con lo oriental. Otra manifestación más de la actualidad del relato, donde lo local se combina con lo nacional integrando lo internacional.



Como bien señala Juan, es una novela para leer de un tirón y si se me permite, el segundo peldaño de una trayectoria prometedora. Disfruten con su lectura.