Los acontecimiento de las últimas semanas en los países árabes y, en concreto, la caída del régimen de Mubarak en Egipto, fue comparada por el Presidente de los Estados Unidos, Barak Obama, con la revolución de Gandhi y con la caída de Muro de Berlín.
La caída del Muro de Berlín desencadenó un proceso, en la antigua Comunidad Europea, que dio lugar al apoyo del proceso de democratización y reconstrucción de los Estados del Este europeo. Fronteras naturales con la Comunidad Europea, regímenes dictatoriales comunistas y con unas economías maltrechas, los países de la antigua órbita comunista tenían mucho en común con los Estados que están viviendo las revoluciones en el norte de África. Se parecen hasta en los procesos en que algunos dictadores comunistas trataron de aferrarse al poder y terminaron derrocados por las movilizaciones populares.
Europa reaccionó rápido, el 13 de noviembre, François Mitterand convocó una cumbre extraordinaria de Jefes de Estado y de Gobierno para el día 18 de noviembre en París (9 días después de la caída del Muro). El Presidente del Consejo Europeo en una declaración solemne al final de la cumbre dijo: “Esperamos a toda Europa con la cita de la Democracia”. En el Consejo Europeo de 8-9 diciembre, celebrado en Estrasburgo, se reforzaron los mensajes a favor de la unificación alemana y de apoyo a los Estados que abandonaban el comunismo. En menos de un mes se puso en marcha el Programa Phare y el Banco Europeo para la Reconstrucción y Desarrollo.
Es suma, la Comunidad Europea actuó con un formalismo institucional de alto nivel, hizo las declaraciones solemnes y oportunas a nivel internacional inmediatamente tras la cumbre de París y estableció los mecanismos inmediatos de actuación para influir en un proceso atractivo de las futuras nuevas democracias. El liderazgo de aquellos políticos, estadistas como Mitterand, Kohl, Thatcher, Andreotti, González, todavía se echa de menos en la Europa más reciente.
¿Qué está pasando hoy, ante las revoluciones árabes? Estamos hablando de nuestros vecinos, de donde proviene la mayoría de la inmigración en la Unión Europea. Ha pasado más de un mes desde que se iniciaran las protestas en Túnez. El Presidente del Consejo Europeo, Van Rompuy, no ha convocado un Consejo extraordinario para tratar el tema. Lo que no ha dado lugar a una declaración institucional de alto nivel, respaldado por los 27.
El 3 de febrero, Francia, Alemania, Reino Unido, Italia y España pedían una rápida transición en Egipto, y un día más tarde Berlusconi se desmarcaba en Bruselas diciendo que Murabak era un “hombre sabio” y que no debería abandonar el poder. Así, el Consejo Europeo celebrado el 4 de febrero, trató de forma colateral la situación de Egipto y con una declaración sumamente formal se limitó a pedir una transición democrática inmediata. En suma, el más alto nivel de la política europea tuvo su oportunidad de emitir una declaración de apoyo a los ciudadanos y a los Estados que inicien procesos de democratización y fracasó en el intento.
Por el contra, en EEUU, el Presidente Obama hizo la ya mencionada declaración con la caída de Murabak y la Secretaria de Estado, Hilary Clinton, se ha posicionado en diferentes ocasiones, tanto con la situación en Egipto, como con el resto de países y, en especial, con la crisis Libia.
La Alta Representante de la Política Exterior y de Seguridad Común, Catherine Ashton, ha quedado como responsable de toda la acción de la UE en esta materia. Como Quijote intentando cumplir con su misión, ha visitado Túnez prometiendo ayudas como apoyo a la transición, después de varios intentos logró visitar Egipto y anunció la suspensión del Acuerdo con Libia. Reunió al Consejo de Asuntos Exteriores, consiguiendo una declaración en la que se condena el uso de la violencia en Libia, donde el Ministro Italiano evitó hablar de sanciones.
Sin embargo, los hechos han llevado a que la UE, hoy día 23, a instancias de Asthon y reunida con el Comité de Embajadores haya concluido en sancionar a Libia, justo después del discurso de Gadafi y de la agresividad desproporcionada contra el pueblo Libio.
Está claro que los intereses de los diferentes Estados miembros de la UE en la zona han dado lugar a una inactividad institucional de alto nivel, a una falta de medidas globales y a una actuación inmediata que arropara el nacimiento de nuevas democracias bajo algún modelo más occidental, tipo al turco, más que a los temidos modelos islamistas.
Ahora que la crisis Libia se ha convertido en un desastre de violencia y de actuación indiscriminada ante la sociedad civil, los Jefes de Estado y de Gobierno comienzan a hacer declaraciones individuales, Merkel quedó “aterrorizada” ante el discurso de Gadafi, Sarkozy habla de suspender todas las relaciones, Zapatero reunió a su gobierno en un Gabinete de crisis y las declaraciones de la Ministra de Asuntos Exteriores elevaron el tono de condena y, así, la mayoría de Estados europeos. Pero, ¿para cuándo una declaración conjunta? ¿Por qué el presidente Rompuy no toma la iniciativa? ¿Es suficiente dejar todo en manos de Asthon? (valorando muy positivamente todo su esfuerzo y dedicación) .
La Unión Europea sigue perdida en su política exterior y, lo peor, en unos momentos tan delicados como la definición del futuro de nuestros vecinos más cercanos, tal vez estábamos tan cómodos con los dictadores y la gestión de los interés económicos en la zona que todo estos cambios nos impidan ver el verdadero problema: no acompañar a los nuevas democracias en su camino.
PD. Hay quienes viven todavía en la oscuridad y, esta vez, dejan sus cartas más boca arriba que nunca. Cuba apoya a Libia, ¿intentaremos, todavía, cambiar la Posición Común sobre la dictadura comunista caribeña?
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