(Artículo publicado en el núm. 2 de la Revista Lawyer de Perú http://revistalawyer.com)
La profesión de abogado puede ser
identificada con elemento clásicos y tradicionales, su imagen está unida a
grandes volúmenes de tomos presentes en los despachos de abogados y de mantener
un formalismo muy clásico (léase vestimenta en pleitos, salas de justicia,
etc..).
En los últimos veinte años esta
imagen clasicista está sufriendo una transformación vertiginosa, donde las
nuevas tecnologías han influido de manera radical en el ejercicio de la
profesión. La forma de tratar los asuntos jurídicos, la documentación jurídica,
la gestión de dichos asuntos, las relaciones con los clientes, la comunicación
con la administración de justicia, la gestión del despacho, la presencia en
medios y el marketing de la firma se han visto influenciados por la aparición y
consolidación de nuevas herramientas informáticas. Los despachos del Siglo XXI
no se conciben sin la informática, la evolución de los profesionales en dos
décadas ha sido vertiginosa y me atrevería a decir que la profesión de abogado ha
pasado a ser una de las más tecnológicas en el comienzo de este Siglo.
La documentación jurídica.
Una de las primeras herramientas
que comenzaron a cambiar la profesión fue la aparición de bases de datos
jurídicas a finales de los años ochenta. Si bien durante los primeros años se
consultaban a través de CD’s, a mitades de los noventa pasaron, dado el aumento
progresivo del volumen de la información a DVD’s y al albor del nuevo Siglo los
servicios pasaron a ser on-line a través de Internet.
Las bases de datos jurídicas
tuvieron mucho beneficios que los abogados rápidamente supimos ver. Aumentaba
nuestra competitividad y nuestra productividad. El acceso a la información
jurídica era mucho más rápida y las posibilidades de encontrar la sentencia o
la norma que mejor solución diera a nuestro asunto nos hacía estar mejor
posicionados. El tiempo empezó a ser valorado como una herramienta diferencial.
Les diré que la facturación de las editoriales jurídicas en esos años se
transformó considerablemente. De tener
el papel un peso del 100% sobre su facturación a mediados de los ochenta, este
medio ha pasado a ser un 5-10% en beneficio de los productos informáticos.
Además, durante los últimos años
han ido apareciendo muchísimas webs, institucionales o privadas, con un gran número de contenido jurídico: desde
las que sirven legislación y jurisprudencia, hasta las que analizan asuntos
jurídicos y las que publican artículos
doctrinales y de opinión.
El libro electrónico
Si bien el éxito de las bases de
datos jurídicas fue arrollador, no lo ha sido tanto la presencia del libro
electrónico en los despachos de abogados. Recuerdo alguna prueba piloto con
lectores de Sony en 1992 pero que nunca llegaron a tener éxito. EL problema no
estaba en los libros, ni en los contenidos (al igual que sucede con el resto de
los libros), el problema radicaba en la falta de un soporte exitoso que
garantizara la presencia electrónica del libro.
Desde el lanzamiento del iPad en
el año 2010, la presencia de contenidos jurídicos que tradicionalmente se
comercializaban como libros físicos, ha comenzado a cambiar.
A través de las tablets podemos consultar códigos
normativos e, incluso, libros doctrinales. Ya verán como dentro de unos meses
podremos llevar todas nuestras estanterías de libros de consulta en nuestra tablet o, como a través de nuestra tablet, vía Internet, podremos consultar
fondos inmensos de libros jurídicos.
La gestión de asuntos jurídicos.
Conforme las máquinas de escribir
fueron perdiendo su utilidad y los ordenadores se impusieron como herramienta
de trabajo, los abogados comenzábamos a tener un problema de orden y de
archivo. Los expedientes no sólo se archivaban físicamente, sino también
electrónicamente. La gestión de los asuntos pasó a tener carpetas virtuales y
comenzaron a aparecer un sinfín de programas de gestión de despachos.
Básicamente si un abogado tenía un hijo o un sobrino que había estudiado
informática, comenzaba a fabricarse ad hoc su primer programa de gestión. Si
éste le iba bien, trataba de vendérselo
a sus compañeros juristas bien directamente, bien a través del Colegio de
Abogados. Así nacieron las primeras empresas del software de gestión de
despachos que conforme han pasado los años se han consolidados en unas pocas
con éxito.
Con ello, la productividad
aumentaba y se podía gestionar la
agenda, la facturación y el control de los asuntos que entraban en nuestro
despacho. No obstante, había una barrera cultural. Los programas de gestión del
despacho “obligan” a establecer un proceso unificado conforme a un modelo
establecido. La anarquía en trabajo de muchos profesionales llevó a que en
algunos despachos colectivos la
implantación de modelos uniformes no tuviera éxito.
La gestión documental. La gestión del conocimiento.
Una de las consecuencias que
tenía una buena gestión de asuntos era la accesibilidad al conocimiento, a los
documentos de todos los profesionales que participan del despacho. El valor de
la información generada por el propio despacho supera, con creces, los
innumerables productos de formularios y modelos que ofrecen las editoriales
jurídicas.
Así que surgió la necesidad de
digitalizar los archivos del despacho y clasificarlos conforme a software de
gestión de asuntos jurídicos. La existencia de una copia digital facilita el
acceso a la información generada por el propio despacho, a la experiencia
realizada y, en suma, a fortalecer el conocimiento colectivo.
También, grandes despachos
crearon el área de gestión del conocimiento, al que le correspondía gestionar
la biblioteca del despacho e informar de las novedades a todos los miembros del
despacho.
La comunicación con la administración de justicia.
En paralelo, se realiza la
informatización en la administración de justicia y surge la necesidad de
comunicar abogados y Tribunales. Aquí se abre un mundo sin límites: desde la
presentación de documentos con firma electrónica a los Tribunales, los
procedimientos electrónicos en sedes judiciales (como el Tribunal de Comercio
en Argentina), la posibilidad que acceso a toda la documentación de un pleito
-demanda, escritos de las partes, del Tribunal, videos, sentencias- (como en
EE.UU)…
Embrionaria en muchos países,
avanzada en otros, la tecnología empieza a estar presente en Salas de Justicia:
videoconferencias, abogados y jueces con portátiles y tablets, simuladores de
accidentes virtuales, grabación de las vistas…
El cliente. El Marketing jurídico.
Todo este proceso de
informatización alcanza su éxito cuando incorporamos al cliente. A través de
extranet podemos facilitar a los clientes a conocer el status de sus
expedientes y tenerlo permanentemente informado.
La comunicación por diferentes medios -correos
electrónicos, webs corporativas, blogs profesionales, presencia en redes
sociales…- nos permiten interactuar con nuestros clientes, actuales o
potenciales.
Muchos despachos han superado las
webs corporativas para ofrecer servicios on-line de consultas, formación, etc...
Hay despachos que permiten descargarse un app específico para tabletas de Apple
o Androide.
Asimismo, son innumerables las
webs que han aparecido en todo el mundo ofreciendo directorios de abogados que
facilitan la conexión entre clientes y abogados. El posicionamiento de los
despachos en dichas webs cobra una importancia, más -cuando algunas de ellas-
establecen rankings públicos de los despachos
.
La gestión de la marca.
En suma, la imagen de marca de
los despachos no sólo ha idos creciendo por las interminables fusiones de las
grandes firmas. El prestigio del abogado es una clave importantísima para la
captación de clientes.
La gestión de la idea de marca ha
ido en aumento cuanto más se han liberalizado las normas de publicidad de los
diferentes Colegios de abogados. Internet ha creado importantes mecanismos de
notoriedad: web corporativa, blogs jurídicos, presencia en redes sociales…
Reflexión final.
Si después de leer estas líneas,
consideran que no se han subido, todavía, al tren de la tecnología, no duden en
hacerlo ya. La esencia de nuestro saber es lo que no ha cambiado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario