Los Dioses griegos están tan alterados que, hasta el propio
Zeus, parece haberse despertado de su letargo, ante el clamor de la sociedad
griega y la situación de ingobernabilidad que se ha creado después de las
elecciones de la semana pasada.
La furia y la ira de los Dioses se han representado, habitualmente,
con rayos y truenos. Y no es baladí que el recién nombrado Presidente de
Francia haya recibido el primer aviso de los Dioses, justo, en su primer día de
ejercer oficialmente el cargo de Presidente de la República y, más aun, en el viaje protocolario para presentarse junto con
Merkel en el nuevo concubinato del directo político europeo.
No deja de ser anecdótico, pero el hecho de que en el avión
en el que volaba François Hollande hacia Berlín haya sido alcanzado por un rayo
ha sido un mal presagio. Pero si los Dioses griegos trataban de trasmitir una
advertencia a la nueva entente llamada “Merkallande”, esta ha recogido el guante
declarando su deseo de Grecia siga en el Euro.
Dado el pesimismo que recorre Europa, debido a la ejemplar
rigidez y austeridad de la economía alemana, la orientación hacia el
crecimiento que propugna Hollande puede traer una mezcla de aires nuevos. No
sé, si ambos lograran impulsar el optimismo para que nuestra economía siga la
senda marcada por Alemania, justo, también hoy, donde se conoce el dato de un
0,5 de crecimiento de su PIB.
El crecimiento no es fruto sólo del deseo, sino del trabajo
bien hecho, de la asunción de la realidad, de la austeridad y de los planes
orientados a resultados tangibles. Merkel habla del crecimiento con datos, Hollande
lo manifiesta como deseo. Si el empuje
de aquella y las ganas de éste redundan en una renovación de la política
europea, bienvenido sea este matrimonio.
Pero sobre todo, que no solivianten más a los Dioses…, por
lo menos, a los griegos.
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