Os dejo mi última colaboración en Thomson Reuters La Revista. Un tema tan actual como es de la política y los abogados con la compañía de tres amigos y excelentes profesionales: Natalia Sara, Alfredo Herranz y Susana González.
Son muchos los debates
que hay en las redes sociales sobre el uso profesional y/o personal de los
perfiles sociales de los abogados y si es bueno mezclar aspectos personales y
profesionales en los mismos. Y dentro de los aspectos personales, uno de los
más delicados, es hablar de posicionamientos políticos.
Como señala la experta en comunicación digital,
Natalia Sara (@NataliaSara2): «Actividad profesional y política es un
combinado difícil de equilibrar que entraña grandes riesgos a la hora de
transmitir credibilidad, seguridad, y confianza, tres elementos básicos para
configurar una buena reputación y que deben ser previamente calibrados».
Hace unos días, un compañero me contaba como su
beligerante actividad en las redes sociales en defensa de una causa social le
estaba afectando a su despacho: pérdida de clientes, sensación de estar en
listas negras, menor disponibilidad de tiempo… Y es que, antes de las redes
sociales, cuando un abogado decidía participar en actividades políticas o en
defensa de determinadas causas sociales, tenía un impacto relativo en su
actividad profesional. La publicidad de esa actividad era más limitada y se
quedaba en entornos personales o locales.
Hoy, por el contrario, dejamos explícitamente
constancia en nuestros perfiles, bien en nuestra «bio» o en las imágenes de
nuestro perfil, bien en los mensajes que escribimos, nuestra pertenencia o
simpatía por un partido político o por una causa social. Más, en un año como el
actual, donde el cúmulo de elecciones y su trascendencia, han hecho que más de
un compañero y compañera hayan abierto sus perfiles sociales a la política. Y
es que, como señala otro experto de las redes sociales, el Abogado Alfredo Herranz (@alfherranz): «es difícil
desligar nuestra presencia en redes sociales de la trascendencia política que
tiene cada persona».
Pero, ¿cómo puede afectar esto a nuestro
despacho, a nuestra actividad profesional?
En este
sentido, señala Natalia Sara que: «el
principal problema es la falta de
reflexión previa tanto al hacer pública una ideología como al prever sus
efectos, que dependerán en gran medida de la habilidad personal a la hora de
manejarse en la interactividad dialéctica de las redes sociales y, en especial,
en Twitter por su inmediatez y limitación en espacio».
Por ello, Susana
González Ruisánchez (@SusanaCyZ), abogada y experta en comunicación
digital, considera que «posicionarme en
una ideología, sea la que sea, no resulta muy coherente con “vender” que soy
capaz de defender los derechos de cualquier individuo ante cualquier
circunstancia. Más bien creo que eso visualizaría una etiqueta en el ejercicio
de mi profesión y limitaría el acceso a clientes que pudieran entender que no
voy a comprenderles desde el inicio».
Como punto de partida deberíamos omitir
cualquier referencia política cuando en nuestro perfil destacamos nuestra pertenencia a un Despacho de abogados,
bien porque seamos empleados, bien por ser socio del mismo. Nuestras opiniones
personales no deberían afectar, en ningún caso, a la reputación del Despacho. En
opinión de Susana: «Cuando además te
identificas en los perfiles en redes sociales como parte del equipo de un
despacho colectivo, de alguna manera eres parte de la voz en plural de esa
organización que, sin duda es también plural en cuanto a ideología».
Por lo que, cuando en un perfil decimos que
somos «abogado/a», lo que a partir de ahí manifestemos será una responsabilidad en exclusiva de nosotros
mismos. «Lo que dices te define»
de esta forma tan sintética estima Susana que las «las redes sociales se ha convertido en nuestra carta de presentación y
cada cual ha de tener definida su estrategia digital, sus valores y sus
objetivos».
Si el
nivel de compromiso político está por encima del profesional es entrar en otra
dinámica, «pero – según Natalia Sara- si
la situación, como en la mayoría de los casos, es de profesionales que
manifiestan y defienden sus criterios ideológicos y, además, algunos militan en
un partido, hay que ser muy consciente
de que tu identidad profesional se ve afectada, con ello tu imagen y por
extensión tu reputación y tu negocio».
Es el
momento de valorar nuestro despacho
y ver el impacto que puede tener en él, visto como negocio, el posicionarnos
ideológicamente. Cómo nos pueden percibir nuestros clientes actuales o nuestros
potenciales clientes.
Además,
hay que tener presente que lo que digamos no va a resultar indiferente, habrá
debates, acaloramientos, provocaciones, no olvidemos los ataques de trolls…
Cualquier error, contestación desairada, opinión susceptible de viralización
puede ir en contra de nuestra imagen y reputación, además del coste emocional.
Como bien precisa Natalia: «La
sobreexposición y/o la visibilidad y posicionamiento ante determinados temas
siempre pasa factura». Alfredo Herranz da un paso más y nos recuerda la
falta de cultura democrática para propiciar debates constructivos, razón por la
que desaconseja «entrar en discusiones
ideológicas en las redes sociales, dado que la limitación de comunicación en
las mismas y, el hecho, de ser un foro de una enorme publicidad, hace que se
entiendan como una arena de batalla en la que el reto está en imponerse al
contrario».
Hay
quienes pueden obtener –de una forma consciente o no- en manifestar
públicamente su posicionamiento ideológico o sumarse a determinadas causas como
una oportunidad de negocio, si el
público que hay detrás de ellas se corresponde con el nicho de clientes a
los que quiere llegar.
Pero
si detrás de todo, no está el objetivo de ser un político profesional o, el ya
señalado, de «beneficiarse» del nicho y lo que, realmente nos anima a nuestro
activismo, es puramente vocacional,
tendremos que ser conscientes de los impactos que pueda tener esto sobre
nuestra actividad profesional. La reputación profesional cuesta ganarla.
Trabajo, resultados, actitud y comportamiento ayudan a forjarla. Como sentencia
Natalia «Cuesta ganarla y es muy fácil perderla. Hay que ser consciente de la importancia que tiene todo lo que
comunicas, online y offline, y trabajar de manera activa el branding en generar
confianza y credibilidad teniendo claros tus objetivos y limitaciones
personales y profesionales, cuidando la argumentación, las formas y los mínimos
detalles».
Vamos
a ser ciudadanos expuestos a defender nuestras convicciones, digno y loable,
por ello merece traer a cuenta la cita de Aristóteles y
aplicarla a las RRSS y el grado de compromiso en materia política por su efecto
en la credibilidad profesional: “El sabio no dice nunca todo lo que piensa,
pero siempre piensa todo lo que dice”. Y más aún, si ello va a afectar
directamente a nuestro negocio. Aunque como afirma Alfredo «no deja de ser una opción personal, pero es aconsejable tener una
postura cauta al respecto». Y es que como aconseja Susana: «Trabajar un perfil en redes sociales
conlleva una enorme responsabilidad, en el sentido de tomar una decisión cada
vez que expones una opinión o compartes un contenido. Diseña nuestra identidad
digital y lo hace para siempre».
Mezclar aspectos
profesionales y personales con un prudente equilibro puede ser incluso
beneficioso, añadir el matiz político en el perfil requiere de un arte, el
mismo que demandaba James Bond en sus cócteles: «mezclado, no agitado». Piénsenselo
dos veces.